Te quiero, ¿lo entiendes?
Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero.
Podría repetirlo hasta que mis labios se sequen y las
palabras dejen de tener sentido. Podría escribirtelo en
portugués o en chino, al revés, con letras rojas o con
tinta invisible. Podría tatuarmelo en la frente, para que lo
vieras cada vez que me miraras. Podría hacer que un
avión lo escribiese en el cielo, como en las películas,
o que apareciese en el marcador, en el medio de un partido.
Podría hacer como tu y escribirtelo en un cartel con letras
gigantes en frente de la ventana de tu clase. Pero no me
gustan los aviones ni los partidos, ni se hablar chino ni portugués,
no tengo tanto valor como tu y nunca supe encontrar tinta invisible.
Sólo me queda decírtelo. Te quiero, ¿lo sabías?
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